Esta fotografía fue elegida para el cartel que anunciaba la presentación de mi libro «Es La Habana» en la Galería Maeght. Ejemplifica bien la doble realidad de una ciudad como La Habana, y de tantas otras, de hecho: destrucción y vida.
Habana Vieja. Los viejos edificios, agobiados por el clima y por la falta de mantenimiento, se caen. Y, al desaparecer, crean espacios vacíos en medio de un paisaje que anhela rejuvenecer.
Montones de piedras y vigas sujetando estructuras peladas que no pueden ya dar cobijo a nadie ni sirven para nada.
Salvo para los niños del barrio. Que crean en ellos sus propios espacios de vida. Sus lugares de encuentro en los que corren, gritan y juegan a voluntad.
Juegan a esconderse y a perseguirse entre las formas diversas de la ruina. Y en ella encuentran siempre, cosas que les sirven para jugar a otras cosas diferentes.
Como jugar a béisbol, bateando bolas de ropa con palos de madera que fueron, en su día, parte de una mesa familiar.
Pepe Navarro